martes, 30 de mayo de 2017

La casa de las miniaturas de Jessie Burton



Amsterdam. 1686. Nella Oortman se ha trasladado del campo a la ciudad para convivir con su marido, Johannes Brandt, un hombre maduro y distinguido comerciante que habita en compañía de su hermana soltera y rodeado de fieles servidores. Como regalo de boda, Johannes obsequia a su flamante esposa con un objeto muy de moda entre la gente pudiente de la época: una réplica de su propia casa en miniatura, que Nella deberá poblar con las figuras creadas por una desconocida miniaturista que ha encontrado por azar. 







Jessie Burton nació en 1982 en el Reino Unido. Estudió en la Universidad de Oxford y en la Central School of Speech and Drama, y en Londres trabajó de actriz y como Secretaria de Dirección antes de dedicarse a la literatura. De su primera novela, "La casa de las miniaturas", traducida a treinta y seis idiomas, se han vendido más de un millón de ejemplares. Tal ha sido su éxito que, próximamente, se estrenará una miniserie de la cadena de televisión BBC basada en ella.


"La casa de las miniaturas" es una novela que, a priori, tiene todos los ingredientes para convencer al lector; un argumento original, una época y lugar muy poco explorados en la literatura actual, y atormentados protagonistas que guardan bajo llave profundos y misteriosos secretos.


Fotograma de "The Miniaturist" (2.017)

Sin embargo, y a pesar de ello, "La casa de las miniaturas", no sólo no me ha agradado, sino que ha supuesto una  gran decepción, especialmente después de las expectativas creadas, y al venir precedida por alabanzas exageradas que, después de leerla, me resultan incomprensibles. Supongo que gran parte de esa decepción se ha debido a mi incapacidad para conectar con el estilo literario de Jessie Burton. Su narración, llena de frases cortas, telegráficas y escritas en tiempo presente, me desesperaba y me sacaba continuamente de la lectura, a lo que no ayudaban los constantes altibajos de ritmo que caracterizan a la novela.



Si al menos se pudiese empatizar con los personajes sería algo, pero resulta imposible hacerlo si éstos apenas están esbozados. A destacar únicamente a la cuñada de la protagonista, Marin, mujer fuerte y adelantada a su tiempo, cuyas motivaciones tampoco serán explicadas. Ni la época histórica en que se desarrolla la novela la hace atractiva; Jessie Burton parece haberse limitado a documentarse sobre ella muy someramente. 

"La casa de las Miniaturas" es una novela a medio hacer, una lectura llena de promesas incumplidas y que ni siquiera está bien rematada, pues no puede decirse que tenga un final satisfactorio.


En definitiva, su éxito me resulta tan sorprendente y enigmático como el misterio que envuelve la casa de muñecas de su protagonista, preciosa pero artificial y hueca. 


Lo siento, Jessie Burton, pero no volveré a leerte.



martes, 23 de mayo de 2017

Inocencia Perdida de Margot Abbott



1.946. Sally Jackson, especialista en análisis documental de imágenes, es enviada a Berlín, con el fin de identificar y perseguir a aquellos criminales de guerra que, en medio de la confusión, tratan de huir de la Alemania derrotada, país en el que ella vivió antes de la Segunda Guerra Mundial, pues su padre fue embajador en Berlín. En una de las fotografías que le muestran, observa como un miembro de las SS dispara con frialdad a un niño. Es entonces, cuando
Sally contempla con horror, que el asesino del niño guarda un gran parecido con  Christian, el joven del que estuvo enamorada desde su infancia, y con el que se casaría antes de abandonar Alemania.





 Margot Abbott, a pesar de ser norteamericana, nació en Arabia Saudí, donde su padre trabajaba para una compañía petrolera. "Inocencia Perdida", conocida también como "El final de la inocencia", e inspirada en la historia real de Martha Dodd, la hija del embajador norteaméricano en el Berlín de los años 30, fue publicada en 1.991, y traducida a siete idiomas, aunque al no haber sido reeditada, ahora sólo puede encontrarse en librerías de segunda mano. Pocos datos más se conocen sobre Margot Abbott, más allá de que actualmente vive en San Francisco, y que jamás volvió a escribir otra novela.

Fotograma de "The Exception" (2.016)

Al comenzar la lectura de "Inocencia Pérdida", adquirida en una de mis librerías de segunda mano de referencia, he de confesar que esperaba encontrar una novelita rosa de los años 90, es decir,  entretenimiento asegurado para mis necesitados momentos de desconexión cerebral. Sin embargo, mi sorpresa fue mayúscula cuando, a medida que avanzaba en su lectura, descubrí que me encontraba ante un libro espléndido, que combinaba con acierto romance, thriller, suspense y novela histórica, y además todo ello con un sentido del ritmo que para sí quisieran la mayoría de autores contemporáneos de best sellers.


"Inocencia Perdida" dividida en tres partes, la primera y última, narradas en tercera persona, y la parte central, en primera persona, comienza con la llegada de Sally, su protagonista, a un Berlín en ruinas, como el corazón de Sally, destrozada por la guerra y la pérdida de sus familiares y amigos. Una fotografía de un miembro de las SS disparando a un niño, provoca que salgan a la superficie todos los recuerdos escondidos de Sally sobre Christian, el hombre con el que acabaría casándose.

 Es la parte central de la novela la que, sin duda, la eleva por encima de la media, pues hace que entendamos y conectemos, de una forma inmediata, con esa joven inexperta e inconsciente del peligro, que se introdujo en los círculos de poder del Tercer Reich, y que sólo cuando ya era tarde, se dio cuenta de la maldad, amoralidad y corrupción que se ocultaba tras la perfección y la aparente grandeza de un régimen que prometía riquezas y utopías.


Si hay que ponerle un "pero" a la novela es su última parte, mediocre en comparación con el resto de la obra, y ese inesperado final que nos descoloca, aunque cierto es también que, pasado un tiempo, y pensándolo con más detenimiento, resulta completamente coherente con el mensaje que la autora quiere transmitir; la atracción del ser humano por la maldad y la perversidad que se ocultan, tras una misteriosa y deslumbrante belleza.